Los ‘smartphones’ serán cada vez más imprescindibles para gestionar la vida diaria ante el auge del internet de las cosas.
Si bien ya algunos expertos comienzan a alertar sobre la adición a los teléfonos inteligente, el auge del internet de las cosas (IoT) lo convertirá en un aparato imprescindible para la gestión del día a día en hogares y empresas, hasta el punto de ser el mando absoluto de su vida. Claro, siempre que lo permita.
Se trata de la interconexión de objetos cotidianos (lavadoras, tostadoras, máquinas de café, calderas, alarmas, termostatos) que, gracias a la red, son capaces de sincronizarse con un ordenador, tableta, móvil o el automóvil para interactuar en las tareas comunes de forma autónoma, ajustándose y anticipándose a las necesidades de cada individuo. Una información que se captura mediante sensores y que viajan por redes inalámbricas como Bluetooth, NFC (de corto alcance), LORA, (de largo alcance) o Zigbee (especializado en domótica), entre otras, para la toma de decisiones.
El precio y la seguridad, los desafíos principales para que se extienda su utilización
Un estudio de la consultora Gartner calcula que a finales de este año habrá 8.400 millones de dispositivos conectados en el mundo, lo que supone un crecimiento del 31% respecto a 2016. Pero en 2020, en apenas tres años, esa cifra se situará entre 20.400 y 30.000 millones, según los pronósticos de las firmas de asesoría McKinsey y ABI Research, respectivamente; lo que moverá unos 150.000 millones de dólares (140.000 millones de euros), avanzan en la consultora Everis.
La telefonía móvil es la que más crece. En 2021 operarán en el planeta 5.500 millones de dispositivos, superior en 2.600 a los fijos, recoge el informe Cisco Visual Networking Index sobre el tráfico global de datos móviles 2016-2021. Es decir, 1,5 smartphones por persona y dos por cabeza en España, hasta los 101,4 millones, incluido la conexión remota entre máquinas. Y el tráfico se multiplicará por siete: alcanzará los 49.000 millones de gigabytes al mes, 587.000 anual.
En este ecosistema intervienen varios jugadores. Primero, los desarrolladores de sensores, que generan la información, como las compañías Digi Internacional, Sierra Wireless, TST, Noxium, Nest o Sayme. Segundo, los proveedores de conectividad, que la envían, como SigFox, LORA o Weightless.
Tercero, los creadores de plataformas, para su gestión, entre ellas Siemens, GE, Microsoft o Amazon. Por último, los integradores de soluciones, como la consultora Accenture, explican Javier Ochoa, director de soluciones de movilidad de Tecnocom, e Ismael Sancha, managing director de movilidad de Accenture.
Dicho de otra forma, “hay jugadores que ofrecen el producto (Apple, Google, Samsung), o los que brindan un servicio integrado, que es la aproximación a un hogar conectado. Este último enfoque, tener el producto y la atención ante dudas y problemas para una interacción armonizada, es el más universal y accesible para el usuario, opina Juantxo Guibelalde, socio responsable de IoT de Everis. Y aparecen escena otros actores: aseguradoras, utilities y grandes cadenas de distribución y telecos, añade.
Con la aplicación Smart Home de Samsung, puede sincronizar su móvil con su lavadora, para iniciar y pausar el ciclo y recibir una alerta cuando finaliza, o reproducir el contenido de su teléfono en el televisor; puede controlarlos desde la oficina o la playa y recibir notificaciones –y gestionarlas– en casos de averías. Lo mismo sucede con la nevera, el equipo de música y el aire acondicionado. Y si ha dejado las bombillas encendidas, puede dar una orden desde su teléfono para que se apaguen, lo que favorece el ahorro de luz, informa Raúl Martín, vicepresidente de consumo electrónico de Samsung en España.
Mientras que Google acaba de desembarcar en esta actividad en España de la mano de Nest Labs, adquirida en 2014 por el gigante de internet. Termostatos, cámaras de seguridad, tanto dentro como fuera de la vivienda, y alarmas de detección de humo y CO2 son las principales novedades que se programan de forma autónoma.Además puede ver lo que sucede en su casa en tiempo real desde su dispositivo y hablar con las personas que estén allí.
O LG, que ha dotado sus aparatos de inteligencia artificial y de conexión a la nube para analizar los gustos de los usuarios, comenta Miguel Ángel Fernández, portavoz de la compañía. Su dispositivo LG Hub Robot, compatible con Alexa, la tecnología de reconocimiento de voz de Amazon, reproduce su música preferida con tan solo decir: –“encender la radio”, porque responde a comandos de voz.
¿Se le ha olvidado la lista de la compra y ya está en el supermercado? No se preocupe, gracias a la cámara panorámica que tienen sus frigoríficos puede saber desde su móvil lo que le hace falta. El aire acondicionado es capaz de enfriar las estancias más frecuentadas y su robot aspirador, presentado hace poco en España, videovigila su casa mientras limpia, sorteando a la vez los obstáculos, y cuyas imágenes pueden verse desde su móvil con la aplicación Smart ThinQ. Si detecta algún movimiento, le avisa.
“El IoT seguirá abriendo camino a nuevos modelos de negocio: entrega de paquetería por drones, supermercados que detectan qué llevas en el carro de la compra, ropa inteligente y ponibles”, agrega Ochoa, de Tecnocom.
Pero quedan enormes desafíos, coinciden los analistas. El precio es la principal barrera (solo un termostato cuesta más de 200 euros), que se resolverá tras la generalización, confían. Pero también la seguridad, porque aquí entra en juego la privacidad del usuario.
“Los fabricantes trabajan en la reducción de la vulnerabilidad de sus productos. El tráficos de datos, protocolos de comunicación y almacenamiento están en el punto de mira para garantizar la máxima seguridad”, afirma Sancha, de Accenture. La inteligencia artificial y la robótica serán, asimismo, tendencia tanto en consumo como en empresas, y la realidad aumentada tendrá más peso en la manufactura y servicios de campo. Su mayor penetración dependerá también del desarrollo de las redes 5G.
Fuente: Cincodias