Todavía no se ha hecho popular la resolución 4K y la industria ya se preparara para la llegada del 8K. Una tecnología incipiente llamada a revolucionar la calidad de imagen en los televisores y que propone alcanzar cotas de dieciséis veces más que la resolución Full HD (1.920 x 1.080 píxeles) y cuatro veces más que los modelos con 4K o Ultra Alta Definición. Un estándar a perseguir en los televisores actuales y las plataformas de contenidos en «streaming». El nombre deriva de los píxeles que tienen en su resolución horizontal, aproximadamente de 8.000 píxeles.
Y, precisamente, esa es la piedra angular para hacer funcionar esta tecnología. Dada la ausencia de contenido grabado adaptado a esta resolución, los principales fabricantes de televisores se han apoyado en modelos de «aprendizaje automático» («machine learning») para lograr esa exigente definición que debe de estar preparada para su emisión en los próximos Juegos Olímpicos de Tokio en 2020. Desde finales de 2018 comenzaron las pruebas en emisiones en abierto en 8K de la televisión pública japonesa NHK.
Dos años para tener preparadas «teles» monstruosas desde donde, en principio, quedar asombrado de su calidad de visión, aunque por el momento son pocas las marcas que se han atrevido a anunciarlo. LG y Samsung, dos de los principales proveedores del mundo, han vuelto a presentar nuevos modelos de televisiones con 8K en la feria de electrónica CES de Las Vegas. Es un nuevo desafío técnico con el que intentarán convencer a los consumidores a cambiarse de televisor y, con ello, un nuevo derroche económico hasta que los precios se estabilicen tras las primeras etapas del «boom» inicial.
Por extensión, se está trabajando con resoluciones de 7.680 x 4.320 píxeles y una proporción de 16:9 en los televisores, en formato horizontal. Los fotogramas que se representan son imágenes de 33.177.600 píxeles. Lo que consiguen los nuevos televisores presentados es «inventarse» píxeles gracias a un sistema de rescalado automático -agrandarlas artificialmente- que propone sacar todo el potencial de las imágenes, aunque hay que tener en cuenta que la señal recibida es fundamental para lograr la definición. Apreciar (y disfrutar) de esa experiencia tal y como se presenta tal vez no refleje una gran diferencia con los modelos actuales con 4K. La visión humana presenta ciertos límites a la hora de diferenciar los píxeles.
Todavía queda mucho tiempo para que esta tecnología se implante y se popularice en el mercado (y más en los hogares), pero las principales marcas ya han colocado la primera piedra con microprocesadores más potentes. El principal escollo es, de nuevo, el contenido. La imagen audiovisual ha sido durante años un campo de pruebas sobre nuevas tecnologías. En los últimos tiempos se han probado con diversas propuestas que iban desde la tecnología 3D, que resultó ser un fracaso por la ausencia de programas adaptados a esta visualización que llegó tras el fenómeno cinematográfico «Avatar».
La industria ha probado también con nuevos materiales y diferentes tipos de paneles en busca de atraer al consumidor, así como otras tecnologías de imagen como el Alto Rango Dinámico o HDR. Cada año se esfuerzan en acompañar a sus nuevos modelos con etiquetas que reflejan la «novedad», pero al final es el mercado el que pone las cosas en su sitio. De momento se trata más de una resolución diseñada únicamente al contenido televisivo y cinematográfico ultrarrealista porque, por ejemplo, consolas de videojuegos u ordenadores no son capaces de mover sus títulos a 8K. Pero, a su vez, la conexión a internet para recibir ese contenido también representa otro obstáculo; la gestión de una señal a tal definición parece, por ahora, una quimera.
Fuente: ABC Consultorio