Manejar la lavadora con el móvil, un smartwatch para ayudar a controlar emociones, un lector que convierte cualquier documento a braille. Tecnología que rompe barreras, normaliza y mejora la calidad de vida, también de las personas con discapacidad. Los avances tecnológicos “han ocupado cada rincón de nuestra vida”, señala Lupe Montero de Espinosa, directora del colegio de Educación Especial Alenta. “Las personas con discapacidad viven en la misma sociedad que los demás y quieren usar la tecnología como cualquiera”, añade.
Herramientas, aplicaciones, prótesis… La oferta de desarrollos específicos es larguísima. En muchas ocasiones, con el móvil como centro de operaciones. Desde lectores de pantalla (Jaws, Fire Vox o Nvda, por ejemplo) y aplicaciones de audiodescripción de películas o gafas inteligentes hasta asistentes auditivos o intérpretes de lenguaje de signos, aplicaciones que indican lugares accesibles a personas con movilidad reducida o herramientas de aprendizaje y comunicación para personas con autismo.
“La tecnología ha hecho dar el salto en la accesibilidad a productos de consumo diario. Aunque sigue habiendo mucho recorrido”, señala David Zanoletty, jefe del departamento de tecnologías accesibles e I+D de la Fundación ONCE. “Hoy una lavadora no puede ser manejada por personas que no ven (porque todo es digital): la botonera no es física”, explica. Pero sí se puede implantar sistemas de código abierto que permitan interoperabilidad con el móvil. El objetivo es “que el producto final sea el mismo” aunque para manejarlo tenga un apoyo. “No nos gusta tener un producto especial solo para personas con discapacidad”, explica Zanoletty.
Como filosofía subyace la igualdad de las oportunidades. Lupe Montero, especialista en tecnología para la intervención en autismo, cita tres ámbitos fundamentales: el apoyo personal (por ejemplo con herramientas de uso diario que otorgan autonomía, como una agenda); tecnologías para el aprendizaje y ayudas para la comunicación (por ejemplo, comunicadores en tablets).
Pese a todo, la tecnología “solo es una herramienta”, recuerda Montero de Espinosa. “La investigación es fundamental”, es la manera de discernir si un desarrollo tiene “eficiencia frente a otros, con datos y análisis”, explica.
Fuente: El Pais Retina