OceanOne demuestra cómo los humanos y las máquinas podrían colaborar en otros entornos. A nivel subacuático, soporta más presión que los humanos, lo que le permitiría hacer tareas imposibles actualmente
Esta “sirena robótica” podría ser más que sólo una ingeniosa manera de recuperar tesoros naufragados (y decepcionar a los marineros enamoradizos). El aparato sugiere cómo los humanos y los robots podrían trabajar juntos algún día en todo tipo de entornos complicados.
El robot humanoide sumergible, llamado OceanOne, fue desarrollado en la Universidad de Stanford (EEUU). Recientemente recuperó unos valiosos artefactos de La Lune, un galeón del rey Luis XIV de 350 años de antigüedad, que naufragó en la costa de Tolón al sur de Francia en 1664.
OceanOne tiene dos brazos, una cabeza y un apéndice con forma de cola equipado con hélices motorizadas. Fue desarrollado en el laboratorio del profesor de la Universidad de Stanford Oussama Khatib, que empleó un conjunto de mandos de palanca para controlar el robot durante su primera inmersión hacia La Lune desde un barco que flotaba en la superficie. El robot devolvió una imágenes de vídeo grabadas con cámaras estereoscópicas y proporcionó háptica, que permitió a Khatib “sentir” (de forma burda) lo que sostenía el robot.
En un vídeo sobre el robot (abajo), Khatib explica: “Nuestra intención es que un buceador se sumerja de forma virtual. Es casi como estar allí, se crea una nueva dimensión de percepción”.
Pero OceanOne también está parcialmente automatizado. El operador puede asumir el control total manualmente, pero normalmente el robot activará sus hélices de forma automática para ajustar su posición frente a los cambios de corriente y las turbulencias, y también podrá esquivar obstáculos.
La colaboración humano-robot podría resultar crucial en situaciones como la reparación de un reactor nuclear dañado. Pero un reto organizado por DARPA el año pasado para simular ese escenario demostró lo difícil que puede resultar operar una maquinaria compleja en remoto dentro de un entorno no estructurado. Especialmente si el enlace de comunicaciones sufre interrupciones. Los entornos subacuáticos son igual de complejos.
OceanOne puede soportar presiones mucho mayores que un buceador humano, lo que le permitiría asumir muchas más tareas de mar profundo que resultan demasiado peligrosas para ser ejecutadas a mano. El robot podría, por ejemplo, acabar reparando plataformas petrolíferas o participar en las labores de mantenimiento de las líneas de comunicaciones submarinas.
Y lo que es más importante, el autómata podría inspirar una nueva generación de robots de control remoto que colaboren con sus operadores de manera más inteligente.