Llevan razón los que aseguran que el 5G cambiará -para mejor- la vida de las personas y las empresas. No obstante, esos mismos analistas convienen en que “habrá esperar varios años para percibir el impacto real en nuestro entorno”. Cuando se cumple una semana del encendido de la quinta generación de telefonía, y pese a que nada parece haber cambiado bajo el sol, ya se pueden tener claras las grandes diferencias con el 4G.
Velocidad
El tránsito de descarga y subida de contenidos se multiplicará por diez gracias a las nuevas conexiones, lo que facilitará las transferencias de grandes cantidades de datos en muy poco tiempo. Una película en alta definición se podría bajar de Internet menos de cuatro segundos con el 5G, frente a los casi tres minutos de las conexiones de 4G. Un estudio de la BBC ya indicaba que bajarse una playlist de una hora de duración desde Spotify requeriría de medio segundo. Hacerlo con 4G necesitaría 20 segundos, mientras que en 3G se demoraría siete minutos. La descarga de un videojuego puede necesitar casi medio minuto con 5G (entre 10.000 y 20.000 Mbps), frente a los 25 minutos con 4G (200 Mbps) o casi cinco minutos con 4G+ (1.200 Mbps). Para navegar por páginas web, el 5G permitirá hacerlo en apenas 25 milisegundos (un segundo dividido en mil porciones), frente a las 9 décimas de segundos del mejor 4G. Salvando las distancias, pasar de velocidades de 200 megas por segundo del 4G a los 20 gigas por segundo del 5G podría compararse a correr un maratón a ritmo de récord del mundo en tres horas… a hacerlo en menos de cinco minutos y medio.
Latencia
Viene a ser la capacidad de respuesta de la red, es de decir, los milisegundos que transcurren desde que se envía una orden desde un dispositivo conectado hasta que se recibe el primer bit de respuesta. Cuanto menos, mejor. Esta virtud es clave en el 5G, ya que convierte cualquier impulso en inmediato, sin decalajes. Así, los aficionados a los videojuegos podrán disparar más rápido que el enemigo, por ejemplo. Además, la latencia resulta básica para las videoconferencias, telecirugía, aplicaciones industriales o coche autónomo, entre otros usos. El 4G logra latencias de 100 milisegundos, el 4G+ de 20 milisegundos y 5G se compromete en hacerlo en 1 milisegundo (300 veces más rápido que un parpadeo).
Capacidad
Pasarán a la historia los problemas de saturación o de falta de cobertura por la coincidencia de miles de usuarios en un mismo recinto. La capacidad del 5G para abastecer la demanda con múltiples de conexiones simultáneas se multiplicará por cien respecto al 4G. Los audaces que quieran ver la repetición de un gol en un partido de fútbol desde el estadio podrán hacerlo de forma inmediata y en calidad de 4K, sin cuellos de botella. En el sector se asume que el 5G podrá conectar al mismo tiempo a un millón de dispositivos por cada kilómetro cuadrado. Quien pretenda hacer lo mismo con el 4G no le quedará otra que armarse de paciencia y desistir por el camino.
Conectividad
La Red 5G no puede caerse. Si eso ocurriera, los coches sin conductor estarían condenados al siniestro. Una tragedia similar ocurriría con una industria 4.0 confiada a los robots. Las ciudades inteligentes perderían su apellido. La conectividad del futuro debe ser fiable, consistente y estable. Mientras que el 3G y el 4G permitían conectar a personas con la Red, el 5G incluirá a infinidad de objetos llamados a hablar siempre entre sí y sin descanso. Es decir, mientras que la hiperconectividad con el 4G sería un sueño, con el 5G será como el pan nuestro de cada día.
Eficiencia energética
El consumo energético se encuentra en el centro de interés del estándar 5G desde el principio de los días. Nada de lo anterior sería sostenible si la nueva red no optimiza los recursos energéticos disponibles. En el caso de la conectividad de dispositivos de difícil acceso, éstos podrían funcionar sin recargarse durante lustros. Las exigencias de conexión de millones de objetos podría duplicar el consumo actual de energía de la red, algo que el 5G ha evitado a golpe de algoritmo y procesadores cada vez más afinados. Según los datos recientes, el consumo de la batería de un equipo 5G será un 90% inferior al de otro de 4G.
Prorizar contenidos
La banda ancha 5G está diseñada para discernir el tráfico y priorizarlo en tiempo real en función de las necesidades. Entre dedicar ancho de banda al coche autónomo o la descarga de un vídeo, el sistema sabrá elegir lo más conveniente. Lo mismo sucederá entre una operación quirúrgica en remoto o un videojuego.
Teletransporte
A través de hologramas, el 5G permitirá simular el teletransporte de personas a través de hologramas. Gracias a los grandes anchos de banda y las bajas latencias, las reuniones podrán ser presenciales a miles de kilómetros de distancia. Las imágenes en 3D, con opacidad y y sin retardo son posibilidades que ofrece el 5G y a las que no podría aspirar el 4G.
Tecnología habilitadora
El éxito o fracaso del 5G dependerá de su habilidad para crear de nuevos modelos de negocio en todo tipo de sectores. Implicar al máximo número de sectores debería ser el primer mandamiento de las telecos interesadas en rentabilizar cuanto antes sus inversiones. Transporte, sanidad, educación, cloud, Internet de las Cosas, smart cities, logística, ocio, videojuegos, realidad aumentada, realidad virtual o video streaming, contenidos en 4K y 8K son filones que abre el 5G para quien pretenda aprovecharlos.
Inteligencia artificial
Gracias a las altas velocidades de transferencia de datos de la red, el conocimiento se podrá transferir en tiempo real desde la nube al usuario o las cosas. Ser inteligente será lo habitual, al menos para las cosas conectadas. Pretenderlo con el 4G sería como dar palmas con una mano.
Tarificación
Si el consumo medio de datos 4G de los españoles es de 9 GB al mes, semejantes recursos se agotarían en una decena de segundos. Por lo tanto, el 5G en el móvil exige la existencia de datos ilimitados a máxima velocidad, algo que no es necesario con las generaciones anteriores.
Fuente: El Economista