Nikola Tesla es lo más parecido a un héroe trágico que haya dado la ciencia. Su genio, hoy reconocido y reivindicado, no le sirvió para ganarse el respeto de sus contemporáneos. Alrededor del físico e inventor croata hay mil historias y leyendas, casi todas centradas en su inagotable imaginación y en las traiciones y burlas que se vio obligado a sufrir. De él se cuenta que tenía una memoria prodigiosa que le permitía memorizar libros completos, que dormía apenas un par de horas por noche, o que se mantenía casto para dedicar todo su tiempo a la ciencia. Tesla murió solo en una habitación de hotel en Nueva York en enero de 1943, pero su legado (la transferencia inalámbrica de la electricidad, experimentos con rayos X, control remoto o el generador de corriente alterna entre muchos otros) le convirtió en inmortal. Para Mate Rimac Nikola Tesla es una inspiración y un modelo. Ambos comparten su origen croata y una pasión temprana por la ciencia y la tecnología. Según la revista Forbes, que dedicó un perfil al joven inventor al incluirlo en su lista “30 under 30”, el objetivo de Rimac es “demostrar que construir coches eléctricos no solo es eficiente y respetuoso con el medio ambiente, sino también es atractivo y emocionante”. El objetivo es ambicioso, puesto que lo está haciendo en Croacia, donde jamás hubo industria automovilística y muy pocas compañías tecnológicas.
Su juventud, atrevimiento y talento (sumado, por supuesto, a que ambos han puesto en marcha empresas de fabricación de vehículos eléctricos) han provocado que algunos medios, como el Financial Times, hayan bautizado a Rimac como el “Elon Musk europeo”. Él se limita a decir que siempre ha sido “un loco de los coches” y que su objetivo es construir los coches eléctricos más atractivos y rápidos del mercado, al tiempo que ayuda a la industria del automóvil a dar los pasos necesarios para hacer la conversión hacia coches eléctricos e híbridos. Lo primero, su pasión absoluta, la lleva demostrando desde los 18 años, cuando comenzó a competir con un BMW del año 1984. El motor de aquél coche terminó explotando durante una de las carreras, lo que llevó a Rimac a modificarlo con piezas compradas a través de Internet para convertirlo en un coche eléctrico. Lo que le llevó a conectar con el objetivo que repite cada vez que tiene ocasión y que le ha llevado a fundar una compañía, Rimac Automobili, que abastece a marcas como Aston Martin, Jaguar, Renault o Seat Sports y de la que Porsche es la principal accionista después de adquirir una participación del 10% en 2008.
Aunque su negocio está en los coche eléctricos, Rimac no quiere vender un mensaje falso: “en realidad el uso de vehículos eléctricos sobre el medio ambiente no es tan importante como la gente cree”, asegura. Él que cree que lo que se necesita es un cambio de mentalidad, de sistema, que incluya todo la movilidad, no solo los coches. Pero “si en realidad quieres hacer algo por la humanidad y por el planeta, concluye, come menos carne”. Y con declaraciones como esta, Rimac demuestra que, incluso en su personalidad, también quiere emular a su admirado Nikola Tesla.
Fuente: Vadofone