Podríamos decir que todo empezó con un aguacate. Al menos, para el gran público. El 19 de junio de 2018, dos grandes cadenas de distribución norteamericanas empezaron a vender aguacates de larga duración. A simple vista, no hay mucha diferencia entre uno de esos nuevos y sofisticados frutos tropicales y lo que venía siendo un aguacate normal.
La única diferencia era una finísima capa de un producto desarrollado por Apeel Science con el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates, que según podíamos leer en los medios era capaz de aumentar la vida útil del producto millenial por excelencia entre dos y tres veces. Sin embargo, la cosa va mucho más allá y con una inversión de más de 100 millones de dólares quiere frenar nuestro enorme desperdicio alimentario.
Apeel, que así se llama el producto, está fabricado en base de cutina, uno de los polímeros principales de la cutícula que cubre todas las partes aéreas de las plantas terrestres. Esta macromolécula está formada por numerosos ácidos grasos de cadena larga que crean una suerte de red rígida tridimensional con características “cerosas”.
Las frutas tienen cera de forma natural. Lo único que hace Apeel es reforzar esa capa innata para hacer que los frutos respiren menos y pierdan menos agua, dos cosas que conducen al deterioro de la pieza. Los investigadores de Apeel Science descubrieron que si extraen la cutina y la diluyen en agua, está se puede rociar sobre las frutas y actúa como una segunda piel protectora completamente “comestible, insípido y seguro para comer”.
De hecho, al estar basado en cutina (un producto que llevamos consumiendo millones de años) no ha tenido, por ahora, problemas regulatorios. Para obtener la cutina, Apeel Sciences utiliza elementos descartados en distintos procesos de procesado industrial como el hollejo de la uva o las cáscaras de las semillas.
Una doble piel
En un origen, Apeel Sciences nació como una forma de mejorar la conservación de las cosechas de las zonas rurales del África interior. En aquellas regiones, las malas comunicaciones y la falta de infraestructuras logísticas dificultan (o, directamente, hacen imposible) la llegada de las producciones agrícolas a mercados importantes.
Fue entonces, buscando una solución sencilla a ese problema, cuando comenzó la colaboración con la Fundación Bill y Melinda Gates en 2012. Pero rápidamente, las posibilidades del producto trascendieron las necesidades de los productores africanos. Según la FAO, unos 1.300 millones de toneladas de alimentos producidos para el consumo humano se desperdician a nivel mundial. ¿Y si utilizaban su tecnología para alarga la vida de cosas?
La idea no era buena, pero era tan sencillo como parecía. Cada fruta o verdura tiene su propio equilibrio con el medio en el que está y, aunque la cutina parece muy eficaz, se necesita una fórmula específica para cada producto. Además de los aguacates, han trabajado “pieles” para plátanos, mangos, yuca, cítricos, espárragos, fresas o judías verdes.
No es una solución al problema del desperdicio alimentario, eso lo tienen claro todos. Ese problema es demasiado complejo como para disolverlo con una doble piel, pero es cierto que tecnologías baratas, sencillas y potentes como estas pueden ayudarnos a tomar las riendas de una situación en plena crisis mundial de los desechos.
Fuente: Xataka México