La sostenibilidad ambiental y, también, de la economía doméstica, son dos argumentos de peso para contener el consumo de energía. Y en esto tiene mucho que ver el gasto en calefacción y refrigeración del hogar. De hecho se calcula que, mantener la casa caliente, representa al menos la mitad de la factura de la luz. En este contexto, no extraña que aproximaciones constructivas alternativas ganen protagonismo, como es el caso del muro Trombe. ¿No te suena de nada? No es raro, puesto que este sistema de climatización pasiva se remonta a la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, su vigencia es evidente por su eficacia, y por la facilidad para aplicarlo. Por ello detallamos las ventajas de este mecanismo, su funcionamiento y lo que se necesita para climatizar una vivienda solo mediante la luz del sol.
Qué es el muro Trombe.
Como se avanzaba, es un sistema ideado (y patentado) por Edward Morse en 1881. Sin embargo, la idea pasó décadas sin pena ni gloria hasta que, en torno a los 60, empezó a aplicarse en proyectos de construcción de viviendas solares pasivas.
En este sentido, lo que este mecanismo consigue es que el interior de una vivienda mantenga una temperatura estable, tanto en verano como en invierno, gracias a la luz natural. Afinando un poco más, la climatización se logra con las ganancias de calor solar.
Para que estas se produzcan, son necesarios varios componentes que, en todo caso, son fáciles de acondicionar en cualquier vivienda unifamiliar, sin necesidad de ser un experto en la materia.
Componentes de un muro Trombe para la climatización pasiva.
Para habilitar este sistema de climatización pasiva son imprescindibles al menos cuatro elementos:
- El muro, claro, pero no uno cualquiera. Este debe tener la orientación adecuada para estar expuesto al sol durante el mayor número de horas posible. Además, debe ser opaco y, como último requisito, tiene que estar construido en materiales de alta masa térmica, como el adobe, el hormigón o incluso el agua. Por lo general, estos muros suelen tener un grosor de entre veinte y cuarenta centímetros.
- Un vidrio traslúcido colocado en paralelo al muro. Si se quiere maximizar la eficacia del sistema, lo más recomendable sería un vidrio bajo emisivo para, así, reducir las pérdidas de calor. Con este componente, lo que se consigue es una suerte de efecto invernadero crucial para el funcionamiento del mecanismo.
- Cámara entre el muro y el vidrio. Aunque no es un componente en sí mismo, sin duda es un aspecto clave. Así, entre el muro y el vidrio debe dejarse un espacio libre de entre dos y 15 centímetros. En esa franja se mantendrá el calor generado por la luz que atraviesa el vidrio y que es absorbida y acumulada sobre la pared. Asimismo, la capa exterior vidriada impide, o al menos minimiza, los escapes de radiación.
- Rejillas de ventilación. Esta última pieza es también fundamental puesto que, sin ella, ¿cómo conducir el aire caliente del exterior al interior, o viceversa? Este tipo de rejillas en la parte superior e inferior del muro se encargarán precisamente de esto, además de ayudar a que los habitantes de la vivienda impidan las corrientes que la enfríen durante la noche o aquellas que deriven en un excesivo calentamiento.
Beneficios del muro Trombe.
Este sencillo mecanismo que, en su esencia, funciona bajo los mismos principios que un invernadero, ofrece como principal ventaja la climatización de una vivienda sin necesidad de echar mano de sistemas de calefacción o aire acondicionado.
Esto, claro, siempre que el muro Trombe esté bien configurado para optimizar la trasferencia de calor exterior durante el invierno, en el que también evitaría las pérdidas de temperatura del interior. En verano, por su parte, una fachada bien diseñada bajo estos principios suavizaría cualquier exceso de calor. Solo como ejemplo, se estima que un muro de unos 40 centímetros retendría el calor al menos durante ocho horas antes de que este alcanzara el interior de la vivienda, lo que daría un respiro durante las horas centrales de un día de verano, y aclimataría el hogar al caer la noche.
Además de por todo lo anterior, esta opción para la climatización sostenible cuenta, entre sus fortalezas, con la simplicidad para el acondicionamiento de este mecanismo, así como con el mínimo esfuerzo que requiere una vez habilitado. En ese punto, cualquiera que opte por este modelo para mejorar la eficiencia energética de su vivienda, conseguirá aclimatarla solo mediante la luz que procede del sol.
Fuente: ecoinventos