siendo, desde hace años una de las preguntas del millón, y respuestas las hay para todos los gustos. Un nuevo enfoque, no de los más optimistas, lo acaba de aportar un equipo científico estadounidense. Tras analizar 36 años de información meteorológica, los expertos ponen en duda la viabilidad de una cobertura íntegra a través del sol y del viento que, para ser fiable, requeriría de inversiones difíciles de asumir.
El estudio, que ha analizado hora a hora los datos del tiempo 1980 hasta 2015, concluye que en el mejor de los escenarios, la energía solar y la energía eólica podría llegar a cubrir el 80% de la demanda de energía actual en Estados Unidos. No es poco. Sin embargo, para que esa aportación fuera verdaderamente fiable, dos tipos de infraestructuras serían imprescindibles. De un lado, las que permitieran la transmisión de energía a escala continental y, obvio, a velocidad suficiente. Tampoco podría faltar un sistema de almacenamiento de energía suficientemente robusto como para superar un ciclo solar diario.
Si, como se está planteando en distintos puntos del mundo, Estados Unidos incluido, se saltara de ese 80% procedente de la solar y la eólica, al 100%, las exigencias irían a más. Solo en lo que respecta a almacenamiento, la capacidad del sistema necesario se dispararía para pasar a hablar de semanas. Además, siempre según este equipo de expertos, otro paso imprescindible sería dar un fuerte empujón a las instalaciones, con “mucha más capacidad de energía solar y eólica de la que es necesaria para satisfacer los picos de demanda”.
Sólo el sistema de baterías que sería necesario para llegar al 80% requeriría de una inversión de 2,5 billones de dólares, según apunta el MIT Technology Review en un artículo cuyo título – ‘Depender solo de renovables infla significativamente los costes del ajuste de la energía’ – deja clara la conclusión que se desprende de este último trabajo científico.
En este mismo sentido, desde la citada publicación abogan por un mix en el que, junto a la eólica y la solar, se posicionen otras fuentes de energía como la nuclear o el gas natural con captura de carbono. “Pueden proveer energía siempre o, en el segundo caso, aumentar o disminuir rápidamente la aportación para ajustarse a las fluctuaciones de la demanda”. Además, aduce el MIT, estas opciones no producen gases de efecto invernadero.
Sea como sea, el debate continúa con estudios para todos los gustos. De hecho, otro reciente realizado por la Universidad de Tecnología de Lappeenranta y por Energy Watch Group (EWG) apuntaba exactamente en la dirección opuesta al prever que la transición energética plena para 2050 es viable, además de más efectiva en costes.
Fuente: Ecoinventos