La tortuga del desierto es una especie pequeña y modesta que deambula por los desiertos de Mojave y de Sonora, al sur de California. Si bien en su día fue abundante, hoy está cerca de la extinción por culpa de la imparable urbanización de la zona, entre otras causas.
Uno de los máximos responsables de su disminución es el astuto cuervo, uno de los depredadores naturales del pequeño reptil y capaz de perforar despiadadamente sus jóvenes caparazones. En el pasado, la escasez de comida y lo limitado de su hábitat mantenían a los cuervos a raya. Sin embargo, conforme la población humana se ha ido trasladando hacia el hábitat de la tortuga, las personas han empezado a acumular montañas de basura. Y claro, con ella ha llegado también el cuervo, escarbando entre los deshechos y construyendo estructuras para posarse sobre ellas. Su población ha explotado.
“Llevo viendo como los cuervos destruyen mis especies favoritas por los últimos 32 años” relató Tim Shields, quien se ha pasado la vida estudiando a las tortugas del desierto. En 1996 gracias, a una investigación liderada por este insólito científico, la tortuga del desierto fue reconocida como una especie amenazada. Según Shields, el crecimiento de la población de cuervos se ha convertido de nuevo en una amenaza definitiva para el futuro de la tortuga. Después de tres décadas documentando su declive, el investigador se dispuso a contraatacar.
La principal línea de defensa en su combate contra los cuervos son los robots Rover Ángel Guardián. Se trata de un vehículo controlado a control remoto a través de internet, provisto de una cámara que puede controlar el usuario y que cuenta con una señal permanente de vídeo en streaming. El Ángel Guardián tiene prácticamente el mismo tamaño que las tortugas y también se desplaza a una velocidad aproximada a la del reptil. Y, lo que es mejor, está concebido para minimizar las agresiones a las tortugas, lo cual explicaría por qué los cuervos los detestan.
“Si plantamos dispositivos que velen por el planeta, la gente se enamorará de ellos”
Para Shields este proyecto consiste en trabajar siguiendo muy de cerca la proverbial inteligencia del cuervo y en construir herramientas que alteren su comportamiento. Si bien es cierto que los cuervos son muy listos, también lo es que son extremadamente conservadores y, según Shields, detestan a los robots. El investigador considera que la mera presencia de los Ángeles Guardianes ha servido para mantener a los cuervos a distancia de las tortugas. Al menos por ahora.
Después de lanzar una exitosa campaña de crowdfunding en Kickstarter el año pasado, Shields y su equipo en los laboratorios Hardshell han estado trabajando muy duro para perfeccionar la máquina y recién han completado sus primeros ensayos previos a la instalación de una unidad íntegra de robots controlados virtualmente.
Los cuervos no son la única especie cuyo comportamiento está intentando cambiar Shields. El objetivo real son los humanos. Y allí es donde el poder de un Rover conectado a internet entra en juego. Shields quiere conceder a todo el mundo la posibilidad de descubrir y explorar el hogar de la tortuga del desierto.
Los cuervos podrían ser la amenaza más inmediata, pero los ancestrales reptiles también se están viendo amenazados por su pérdida de hábitat ante el avance de la construcción y del desarrollo agrícola, además de la aberrante moda de coleccionar mascotas exóticas, lo que ha disparado su precio en el mercado negro. Shields confía en que el proyecto permita mejorar otras iniciativas consagradas a preservar la conservación del reptil.
Se trata de un acuerdo a todas luces beneficioso: por un lado Shields consigue hacerse con un ejército de observadores que controlan remotamente a las tortugas y que las pueden defender activamente cuando estas estén en peligro; y por otro, se obtiene una manera de observar el desierto desde una perspectiva completamente nueva.
“Si plantamos dispositivos que velen por el planeta, la gente se enamorará de ellos” aseguró Shields.
Existe otro ángulo desde el que valorar el tecnológico sistema de defensa anti cuervos diseñado por Shields. Es posible que los cuervos detesten al Ángel Guardián, pero odian todavía más a los rayos láser. Según Shields, los ojos de los cuervos son particularmente sensibles a la luz verde del nanómetro 532. Shields cree que la manera en la que el cuervo mira a la luz puede provocar que en su retina, el resplandor sea omnipresente en lugar de concentrarse solo en un único punto. Un láser dirigido de manera inteligente es un estímulo extremadamente negativo para el cuervo. Según Shields los pájaros “aprenden a huir del punto de luz”.
Shields se encuentra robando con láseres sobre el terreno para determinar si estos podrían provocar lesiones permanentes en los pájaros y hasta qué punto las inteligentes aves podrían o no adaptarse a ellos. Hasta ahora, sus ensayos no muestran ninguna evidencia que exista daño permanente y no parece que los cuervos se expongan lo suficiente como para quedar saturados por este juego de luces.
Llegados a este punto es donde las cosas se ponen realmente salvajes. Debido a la inteligencia de los cuervos, los láseres funcionan mejor cuando hay alguien inteligente detrás de sus mandos. O mejor aún, varios operadores inteligentes pueden ayudar a derribar cualquier patrón que el cuervo pueda observar y anticipar. De tal manera que Shields ha decidido convertir su trabajo en un videojuego. Además del hardware, Hardshell Labs está desarrollando también una aplicación llamadaRaven Rapel, la que permitirá a los usuarios conseguir el control sobre los láseres y perseguir a los pájaros. Se trata de un conservacionismo eminentemente juguetón. Una demo construida con visión aumentada que superpone a los cuervos simulados en la cámara de tu teléfono inteligente, ya está disponible.
Y, tal y como cuenta Shields, “los cuervos también están jugando”, aprendiendo constantemente y cambiando su comportamiento. El investigador espera que los cuervos terminen aprendiendo que, en un momento dado, lo de pasar el rato cerca de las tortugas, no merece realmente la pena.
Diseñado originalmente como un sistema completo en sí mismo provisto de Rovers patrullando el Mojave, ahora Shields ha llegado a la conclusión de que ambos son programas complementarios: los láseres dirigidos a objetivos específicos por un lado y los Rovers recorriendo el desierto para proteger a las tortugas, por otro.
Y por mucho de que estemos hablando de un programa de alta tecnología, Shields no se considera un tipo tecnológico, más bien un naturista intentando descifrar qué herramientas están a su alcance para proteger a las especies que ama. No se trata tanto de trabajar con tecnología punta, más de encontrar las maneras adecuadas de aplicar la tecnología existente hacia la solución de importantes problemas de conservación y de gestión medioambiental.
Para Shields, el objetivo decisivo del Rover Ángel Guardián es “suministrar la oportunidad a la gente de percibir el planeta en el que vive”. Y, de paso, salvar a una especie de reptiles amenazada.
Andrew David Thaler
Octubre 2016
Fuente: MOTHERBOARD