Con más de 223 mil millones de litros al año y un crecimiento de un 400% en las tres últimas décadas, el agua embotellada es un problema. Sólo una de cada cinco botellas se recicla; es decir, miles de botellas se amontonan en playas y vertederos.
Por eso, hay mucha gente obsesionada con la idea de hacer desaparecer los envoltorios y los recipientes. Quizá el mejor ejemplo de esto es ‘Ooho!’, un proyecto que ganó varios concursos europeos de innovación y que ha vuelto a hacerse popular porque este año, si todo va bien, llegará a los mercados. ¿La idea? Una botella de agua que te puedes comer. ¿Su potencial? Bastante limitado
Una fruta hecha por el hombre
Skipping Rocks Lab, los creadores de Ooho, describen el producto como “una fruta hecha por el hombre” que usa una doble membrana para contener el agua. Agua y cualquier otro líquido que se nos pase por la cabeza. Todo esto usando, según explican, 5 veces menos CO2 y 9 veces menos energía que una botella tradicional.
Pero es que, para colmo, la técnica que hay detrás de estas botellas comestibles no tiene nada de innovador. Fue patentada por Unilever en 1946 con la idea de crear frutos del bosque artificiales y es conocida como ‘esferificación’.
Esferificar el mundo entero
Durante años, eso sí, pasó a un discreto segundo plano, hasta que Ferrán Adriá y su equipo de elBulli la introdujeron entre las técnicas contemporáneas de ‘cocina molecular’. Hoy por hoy, no hay concurso de cocina en televisión que no tenga media docena de esferificaciones en cada programa.
Básicamente requiere de dos componentes: alginato sódico, un espesante natural (E-401) procedente de las algas, y cloruro cálcico (E-509). La reacción de estos dos compuestos produce una pared gelificada bastante sólida que conserva el líquido en su interior. Es tan rematadamente sencillo que lo podéis hacer en casa conforme acabéis de leer el post.
Una botella que no va a cambiar el mundo
La verdad es que es una chulada: es vistoso, comestible y de bajo costo. Además, el proceso de fabricación es ‘open-source’ por lo que cualquiera podría iniciar su propia línea de producción. Pero si queremos cambiar el mundo del agua embotellada ooho a ooho, es mejor que esperemos sentados.
Los problemas de este tipo de botella son logísticos. No sólo es que se degrade a los pocos días, es que para poder sostener un ciclo industrial sobre este diseño se sigue necesitando plástico (aunque sea film transparente).
Y, aun así, más allá de la curiosidad, no apostaría mucho por este sistema. Quizá como sustituto de los vasos de agua, sí; pero me temo que para darle la vuelta a la industria del agua embotellada se necesita algo más que esferificaciones.
Fuente: Xataka