En libros como el de un Mundo Feliz de Aldous Huxley publicado en 1932, la tecnología había llegado a desarrollos que haría posible la felicidad creando artificialmente y mediante clonación, a seres adaptados genéticamente para realizar determinadas actividades, el verdadero sentido de la tecnología en este caso era tener un control de grandes poblaciones humanas para sostener una sociedad piramidal.
Isacc Asimov se destacó por plantear en su libro de “Yo Robot” publicado en 1950, describiendo un imperio galáctico y a los robots positrónicos, asentando sus tres leyes: la primera, un robot no hará daño a un ser humano, ni por su inacción permitirá que un ser humano sufra daño, un robot debe obedecer las órdenes dadas, excepto si entran en conflicto con la primera ley, en la 3ª ley establece que un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que no entre en conflicto con la primera y la segunda ley.
En el 2011 se publicó el libro Robopocalipsis, escrito por Daniel H. Wilson, experto en robótica, si bien es un libro de ciencia ficción deja entrever el lado oscuro del desarrollo tecnológico.
Estos textos adquieren trascendencia a la luz de lo que se está registrando en nuestra vida cotidiana, sobre todo cuando vemos los resultados de la Cumbre de la OTAN en España este 28-30 de junio, cuyo planteamiento central es su nueva etapa como organización de ofensiva dispuesta a renovar su propósito con una ambición más global, anunciando la militarización de Europa para defender cada centímetro del territorio aliado dijo el presidente Biden.
Me pregunto ¿por qué cuando EEUU invadió a Irak, con el pretexto de que tenía armas de extinción masiva, las cuales nunca se encontraron, la OTAN y las naciones europeas no dijeron nada? El resultado de la invasión fue que el petróleo iraquí hoy lo explotan y depredan las trasnacionales norteamericanas.
El conflicto Rusia-Ucrania se remonta, dice Noam Chomsky, a la provocación de la expansión de la OTAN, la cual en voz del Presidente Francés Macron, en 2019 ya tenía muerte cerebral; su irrelevancia fue partir de la disolución de la URSS y del Pacto de Varsovia, a pesar de que Rusia formaba parte de la OTAN, fue ignorada desde la cumbre de Lisboa en 2010, hoy se le considera una amenaza, la OTAN se ha encargado de rodear a Moscú de bases militares y misiles que apuntan hacia ella; incubando con ello el actual conflicto geopolítico-militar, impulsándose en paralelo un gobierno en Ucrania antiruso, de corte sionista, al grado que Zelensky quiere convertir a Ucrania en el Gran Israel, cuando la población israelí alcanza solo el 0.2%.
En los resultados de la cumbre de la OTAN en España, se acordó un mapa de ruta sin escatimar recursos financieros para imponer la visión de occidente en Rusia y evitar la caída del capitalismo-neoliberal, que parece inevitable.
Los integrantes de la OTAN se comprometieron en aportar como mínimo el 2% de su PIB hacia el presupuesto militar de la OTAN, una cifra superior a los 20 mil millones de dólares a invertirse en tecnología bélica, drones, aviones misiles, armas autónomas de alta letalidad, que representan multimillonarias ganancias a empresas como Dassault Aviation, Thlaes Leonado BAE Systems e Indra, las cuales ya han alcanzado una revaloración de más del 30%. Este es el Lado oscuro de la tecnología, la que se aplica al genocidio humano y a la destrucción de recursos naturales.
El lado oscuro de la tecnología está en medio de la bipolaridad geoestratégica, por un lado EU-OTAN-Unión Europea y el G7 vs Rusia-China, bloque al que buscan sumarse 16 naciones más incluyendo Argentina e Irán. Chomsky y Kissinger convergen en el alto riesgo de una guerra termonuclear, donde la extinción sería el resultado.
¿Será probable lo que describió Daniel H. Wilson en su libro de Robopocalipsis? (2019:19) “la humanidad llevó la llama del conocimiento a la terrible oscuridad de lo desconocido, hasta el borde mismo de la aniquilación”. El lado oscuro de la tecnología no es intrínseco a ella, sino en la oscura ambición por la riqueza sin límites y del poder total por parte de quienes la manejan.